Río Rojo



En la Serranía de la Macarena, al norte de la Amazonía colombiana, corre el mítico río rojo. El joven Oscar, Doña María y el indio Sabino viven allí tranquilamente en comunión con la naturaleza desde la lejana época en la que las guerrillas dominaban la zona. Hoy el territorio y sus habitantes enfrentan nuevos cambios: los militares se instalan en medio de la selva, los turistas llegan en masa a ver el río, se habla de una posible explotación petrolera y la deforestación del bosque aumenta de manera dramática. A medida que pasa el tiempo, el río y el bosque parecen perder su magia, Doña María se aferra a la nostalgia del pasado, Óscar se hace adulto y pierde su amado “jardín de la infancia” y el indio Sabino se refugia en las esperanzas de sus viejas leyendas indígenas.

Pepe



El papá de Pepe llegó a Colombia cuando apenas era una cría. En avión, junto a jirafas, leones, tigres y avestruces. Pepe nació en Doradal, aprendió español y aceptó el Río Magdalena como su nuevo hogar y escapó con su novia Matilda para formar una familia. Pepe, el primer y último hipopótamo muerto en América, cuenta su historia: Una vida llena de incertidumbre y una muerte abrupta en un lugar que jamás llegó a conocer realmente. Entre encuentros y desencuentros, llegamos a un mundo lleno de historias repletas de más historias; imágenes y sonidos que narran la arrolladora oralidad de estos pueblos que, como Pepe, estaban formados por seres que murieron sin saber nunca dónde estaban realmente.

Diógenes



En los Andes peruanos, dos hermanos son criados en aislamiento por su padre, un pintor de Tablas de Sarhua que intercambia su arte en el pueblo por provisiones, mientras sus hijos le esperan, cuidados por sus perros. Una mañana, Diógenes no se despierta. Sabina y Santiago conviven durante tres días con el cadáver de su padre, anhelando que abra los ojos. Tras reconocer su muerte, irán en busca de su pasado.

Yo vi tres luces negras



JOSÉ DE LOS SANTOS, un sabio anciano, emprende un viaje por la selva del Pacífico colombiano para encontrar el lugar donde debe morir y descansar en paz. Sin embargo, en la selva aún acechan las amenazas del territorio.


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